Mi vida siempre ha sido algo ajetreada y conté muchos viernes y sábados con el alcohol como forma de evadirme de este mundo. Mal por mi hígado y mal por el de muchos jóvenes que hacen lo mismo cada fin de semana tal y como yo hacía. Por suerte, con el tiempo, encontré un sitio donde ir cada viernes y sábado noche donde poder pedir un batido de chocolate en vez de un copazo y no desencajar. Un sitio donde no necesitaba emborracharme para evadirme de mis problemas, el ambiente que se respiraba era suficiente para sonreír.

Quizá a muchos les aburriese un sitio como este, pero para mi se convirtió en un sitio muy especial. Donde reunirme con mis amigos. Donde beber enormes y riquísimos batidos de chocolate. Donde poder jugar al “Uno”, al “Tribial”, al “Poker” o a lo que nos apeteciese tranquilamente. A no ser que hubiese algo especial esa noche que me exigiese estar en otro lado, sin duda ahí estaría. A casi todos mis amigos les encanta el sitio pero a veces incluso a ellos les cansaba el que siempre que me preguntaban que me apetecía hacer esa noche yo dijese: Ir a “La Caleta”.

No sé si alguna vez habéis tenido un sitio como ese. Un sitio donde pudieseis decir “lo de siempre” y supiesen lo que queríais tomar. Un sitio donde siempre que entrabas te preguntaban que tal estabas. Donde el batido de chocolate deja de serlo para convertirse en “Batichoco”. Donde sabían que aperitivo poner a mis amigos cuando pedían un Nestea o una CocaCola por que sabían cuales le gustaban. Donde cada noche acababa con la frase “venga, está es la última partida que parece que están cerrando, somos los únicos que quedamos y querrán irse a su casa”.

Sitios así no existirían si no es por las personas que lo llevan. Todas las personas que trabajan ahí siempre han sido encantadores conmigo. Siempre me han hecho sentirme bienvenido. Yo, de algún modo, siempre he intentado agradecerlo a mi manera. Siempre he intentado llevar el vaso de mi batido a la barra para que no tuviesen que recogerlo… Pero incluso con nuestras risas altas, gritos en los juegos y demás molestias que hayamos podido causar, siempre nos han tratado genial. Y mucho más que eso…

El pasado septiembre me vine a Canadá. Antes de irme decidimos hacer, mi chica y yo, una fiesta de despedida para todos nuestros amigos. Fue en “La Caleta”, por supuesto. A mí chica y a mí nos invitaron aun sabiendo que nos íbamos. Normalmente la gente se preocupa de los clientes que se quedan, no de los que se van.

No sé el nombre de “la jefa” y probablemente ella tampoco supiese el mío… Pero sabía muchas cosas de mí. Siempre me preguntaba por como me iba. Y no solo preguntaba, si no que se quedaba a escuchar la respuesta. Eso lo hacen pocos. Todas las veces que me he quejado sobre mi carrera como actor ella me ha animado. Cuando me vio con el Cubo de Rubick quiso ver como lo hacía. Si el wifi dejaba de funcionar parecía que moviese el mundo por arreglarlo. Siempre me sacaba una sonrisa, incluso cuando se notaba que algo la preocupaba o que no tenía un buen día. Nunca he tenido mucho apoyo de mi familia en mi carrera profesional, pero de algún modo sentía que ella me apoyaba y me daba ánimos.

Desde que he estado aquí en Canadá, he echado muchísimo de menos ese sitio. Si mis amigos querían darme envidia con algo, me hacían saber por email o mensajes que habían estado allí la noche anterior. Y cada dos por tres me mandaban recuerdos de “la jefa” o más bien de “la madre” como siempre la hemos llamado. No sé si quiera si era la madre de alguno de los que trabajaba ahí, pero siempre hemos pensado que así era. Y mis amigos una y otra vez desde España me decían que había vuelto a preguntar por nosotros. Cuando volví a España por navidad una de las cosas que más quería hacer era ir allí y contarle como habían ido las cosas. Y así lo hice. Y ahora, de vuelta en Canadá, una de las cosas por las que quería volver era para contarle a ella como me había ido. Que no había sido nada del otro mundo, pero que ya tenía nuevos planes para seguir avanzando. Pero ya no voy a poder.

Mis amigos me hicieron saber desde España que “La Caleta” estuvo cerrada unos días por defunción. Cuando reabrió, ella ya no estaba. Cuando me lo contaron yo daba por hecho que habría sido algún familiar lejano. Que ella se habría ido a hacer cosas fuera. Después de todo era muy joven, más que mi madre, seguro. No obstante, hoy me han hecho saber que ella nos ha dejado para siempre.

Todavía tengo la esperanza de que me digan que todo ha sido un error, que efectivamente había sido un familiar lejano y que la información les ha llegado mal. Que voy a volver a ir allí y que me va a preguntar cosas, a contar cosas y que va a saber que quiero un “Batichoco” como ella decía. Todavía no pierdo la esperanza de que todo sea un error.

No recuerdo haber hablado con ella fuera de “La Caleta”. Como ya os he dicho, no recuerdo su nombre si alguna vez me lo ha dicho y no sé si ella se acordaría del mío si alguna vez se lo dije. No hemos tenido conversaciones de horas y horas sobre cosas transcendentales. Pero de algún modo, cada viernes y sábado me hacía sentir tremendamente bien el hecho de verla y poder quedarnos en su bar. No sé por que me afecta tanto. Casi ni me siento en el derecho de escribir todo esto, ya que habrá mil personas y familiares suyos que la conociesen mil veces mejor y la echen muchísimo más de menos. Pero no he podido evitar que se me escapasen algunas lágrimas o escribir esto para despedirme de ella. Quizá justo por no conocerla tan a fondo como otros lo habrán hecho, hace que yo solo haya conocido el lado amable y encantador de esa persona… O quizá, sencillamente, es que ella se hacía querer. Y todavía no me puedo creer que nos haya dejado.

Quiero enviar desde aquí mi pésame a toda su familia y seres queridos. Poco más puedo hacer que decirla “hasta siempre” desde esta, mi pequeña ventana al mundo. La echaré de menos en cada uno de los batidos de chocolate que me tome en el futuro… Y serán muchos. Y ojalá muchos de ellos sigan siendo en “La Caleta”. Aun no me lo creo.

Para recordarla os quiero dejar con una canción que a mí siempre me recuerda a “La Caleta” y por lo tanto a ella. Era la introducción de una serie de televisión que transcurría en un bar llamado “Cheers”. Siempre quise encontrar mi propio “Cheers” o mi “Central Perk” para que puedan entenderme todos los seguidores de “Friends”. Ella consiguió que “La Caleta” fuese ese lugar para mí. Y aunque la canción hable de “Donde todo el mundo conoce tu nombre…” ella consiguió que ni siquiera eso fuese importante. Lo importante es que ella consiguió que tuviese un lugar a donde ir donde sentirme mejor que en mi propia casa. Gracias por todo.

Me he tomado la libertad de traducir la canción para que podáis entender un poco el significado de lo que siento que expresa, más allá de lo literal.

“Hoy en día se necesita todo lo que tienes para abrirte camino en este mundo
Tomarte un descanso de todos tus problemas, seguro ayudaría mucho
¿No te gustaría poder escapar?
Todas esas noches en las te han cortado la luz y el cheque está en el correo
Y tu pequeño ángel ha colgado al gato de la cola
Y tu tercera prometida no se ha presentado

A veces quieres ir donde todo el mundo conoce tu nombre
Y siempre están contentos de que hayas venido
Quieres estar donde puedes ver que nuestros problemas dan igual
Quieres estar donde todos conocen tu nombre…

Sales de la cama y la cafetera se ha roto
Parece una mañana brillante y tú psiquiatra se ha ido a Europa y ni te ha escrito
Y tu marido quiere convertirse en mujer

Agradece que siempre hay un lugar donde todo el mundo sabe tu nombre
Y siempre están contentos de que hayas venido
Quieres ir donde la gente sabe que la gente es toda igual
Quieres ir donde todos conocen tu nombre…

Donde todo el mundo conoce tu nombre
Donde todo el mundo conoce tu nombre
Y siempre están contentos de que hayas venido
Donde todo el mundo conoce tu nombre
Donde todo el mundo conoce tu nombre
Y siempre están contentos de que hayas venido
Donde todo el mundo conoce tu nombre
Donde todo el mundo conoce tu nombre
Y siempre están contentos de que hayas venido”

Y hoy como siempre, os pido que seáis felices. Después de todo, el día que yo me marche quiero que me recordéis todos con una sonrisa. Hoy le dedico a ella la mejor de las mías y espero que perdone las lágrimas que se me han escapado sin querer.

Gracias por todo y descansa en paz. Te echaremos de menos.

JuanMi.